viernes, 21 de diciembre de 2012

Declarada inocente y liberada dirigente de Cahucopana
Cahucopana y ACVC agradecen a las organizaciones sociales que expresaron su solidaridad frente al proceso de judicialización de Claudia Mayorga Cantillo
Con alegría y agradecimiento, la Corporación Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño – CAHUCOPANA y la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra – ACVC, celebran la libertad de Claudia María Mayorga Cantillo, obtenida el día 1 de noviembre de 2012 después de 8 meses de injusta detención después de que un juez la declarara inocente de los cargos que le habían imputado .
Claudia María Mayorga Cantillo se encontraba privada de la libertad y recluida en la Cárcel de Mujeres de Bucaramanga desde el 1 de marzo de 2012, como consecuencia de un injusto proceso de judicialización adelantado en su contra, que finalmente ha quedado sin soporte a través de una sentencia judicial que reconoce su inocencia y la arbitrariedad de las acusaciones contra ella realizadas.
La detención de Claudia se enmarcó dentro de una estrategia de persecución a los procesos organizativos campesinos del Magdalena Medio, consistente en desestructurar los tejidos familiares que dan soporte a dirigentes campesinos y defensores de derechos humanos por vía de la judicialización, con el ánimo de debilitar su compromiso comunitario y en consecuencia los procesos organizativos de la región.
Sin embargo, contrario a estos propósitos de ruptura, las organizaciones sociales del Magdalena Medio, junto a familiares y amigos de Claudia María Mayorga, se encargaron de acompañarla a ella y su familia en este dura trasegar, a través de distintas expresiones de solidaridad efectiva que se manifestaron el impulso de una campaña de Solidaridad en torno a su pronta libertad.
Desde CAHUCOPANA y la ACVC, agradecemos de forma fraterna estas expresiones de solidaridad efectiva, sin las cuales tal vez los propósitos desestabilizadores del establecimiento hubieran cobrado resultado. La reciente libertad de Claudia nos demuestra nuevamente que la unión hace la fuerza, y nos llena de alegría y fuerzas para seguir insistiendo en la lucha por la permanencia en el territorio, la defensa de los derechos humanos y la construcción de propuestas de paz con justicia social para nuestra región.
La única culpa de Claudia consistió en insistir en que la vida, aún en medio de la adversidad del conflicto, era posible. Es esa la misma culpa que hoy cargan decenas de campesinos y campesinas víctimas de arbitrarios procesos de judicialización, a los cuales hoy les manifestamos nuestra total solidaridad.