Somos vida, amor y lucha
Las mujeres campesinas y mineras del Nordeste Antioqueño hemos sido
participes y gestoras de históricas luchas por la defensa y el reconocimiento de
nuestros derechos. Hemos vivido bajo la agudización del conflicto social y
armado, que ha dejado la huella de la
feroz arremetida que se ha ensañado contra nosotras y nuestras comunidades.
Hemos tenido que huir de nuestras tierras, sentir temor por nuestra vida
y la de nuestros hijos, recoger los cuerpos de nuestros hombres, hijos,
hermanos, esposos, caídos en medio de esta guerra, pero también hemos dado vida
y esperanza enfrentando el panorama de miedo y muerte que históricamente ha
intentado instaurar en nuestro territorio para desplazarnos totalmente de él.
Pero también somos lideresas, continuamos en pie de lucha, hombro a
hombro, rescatando de nuestra indignación y dolor, la rebeldía y la convicción en la construcción de una
sociedad diferente, como mujeres forjadoras de paz y constructoras de un país
con igualdad de derechos, donde prevalezca la justicia social.
Recorrimos un largo camino, por lugares intransitables para encontrarnos y dar paso a un momento más en nuestras vidas,
los diálogos de paz que se realizan con las Insurgencias, al que estamos llamadas
a abrazar con esperanza y aportar desde nuestra
experiencia en la construcción por la paz. Con nuestras manos marcadas de labrar
la tierra, y con las que trabajamos la minería construimos desde nuestros territorios el sueño que también tuvo Policarpa Salavarrieta de una patria libre y
soberana para las mujeres, para hombres,
para todos.
Saludamos la gran movilización del 8 de
marzo, y las jornadas que se están desarrollando en las diferentes
ciudades, todas con un mismo
objetivo avanzar en la apuesta de
un país en paz, y la defensa de la vida
digna como derecho fundamental. Rechazamos todo acto violento en contra de la
mujer, y exaltamos la necesidad urgente de que seamos incluidas y se garantice nuestra participación en cada
uno de los escenarios de decisión, pues nos hemos ganado por nuestros propios
méritos el estar allí.
Respaldamos las justas luchas de las mujeres afrodescendientes, las
indígenas, palanqueras, raizales, y en general
todas aquellas mujeres valientes,
capaces de defender la prevalencia de su cultura y sus derechos.
Defendemos con alegría la cultura campesina y la tradición minera como
labores fundamentales para la
permanencia en nuestros territorios.
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