miércoles, 13 de marzo de 2019

IV Encuentro de Mujeres Campesinas del Nordeste Antioqueño


Juntas labramos caminos desde el amor, la sororidad y la comprensión para resistir y construir un Nordeste Antioqueño digno y en paz

IV Encuentro de Mujeres Campesinas del Nordeste Antioqueño



El 8 de marzo, las mujeres campesinas del municipio de Remedios (Antioquia), se dieron cita para encontrarse entre amigas y compañeras en la vereda Campo Vijao y así, darse un día de reflexión, contemplaciones, amor, amistad, apoyo y respeto mutuo, como base fundamental de la transformación de las relaciones femeninas.


Este día propició la integración y la formación de cerca de 90 mujeres provenientes de 15 veredas del municipio de Remedios, entre ellas: Anacoreto, San Mateo, Campo Vijao, Caño Tigre, Puerto Nuevo Ité, Dos quebradas, Ojos Claros, Lejanías, Carrizal, Camelias Dos, delegadas del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación “Juan Carlos Castañeda” e indígenas de las comunidades Embera de Corodó, así mismo, mujeres de Medellín, Barrancabermeja, Yondó y Bogotá; quienes contaron con el acompañamiento de Brigadas Internacionales de Paz (PBI). Esta actividad fue coordinada por la Corporación Cahucopana, liderada por los Equipos Femeninos de Acción Humanitaria y financiada por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Es de esta forma y como resultado de un proceso de formación adelantado en el marco de la Coordinadora de Mujeres Campesinas del Nororiente colombiano, que desarrolló la Escuela de Formación Política de Mujeres Campesinas y el primer Encuentro de Campesinas del Nororiente Colombiano, realizados en San Pablo (Sur de Bolívar) y Ocaña (Norte de Santander) respectivamente, donde confluyeron mujeres de AHERAMIGUA, CAHUCOPANA, ASCAMCAT y ACVC organizadas en la “Red de mujeres campesinas gestoras de la paz territorial del Nororiente” abriendo así, la posibilidad de intercambiar experiencias y planes de trabajo que paulatinamente fueron tomando forma en la región del Nordeste Antioqueño.

Bajo este Panorama y con el objetivo de replicar lo aprendido, se realizó el IV Encuentro de Mujeres Campesinas del Nordeste Antioqueño, que tuvo como propósito hablar en torno a las problemáticas identificadas en los encuentro anteriores, violencia de género, autonomía económica, y participación política partiendo de la necesidad de integrar como ejes transversales el autoreconocimiento y el amor propio, sororo como punto de partida para emprender los retos de transformación desde lo personal hacia lo comunitario.


“Estoy aquí, Exigiendo a gritos, La parte que me corresponde del mundo. Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer”
Patricia Karina Vergara.

El atrapasueño fue el objeto representativo del encuentro, el cual logró que las mujeres se identificaran con los objetivos comunes: tejer confianzas a partir amor, el respeto por la diferencia y el reconocimiento de las virtudes de las mujeres como sujetas políticas que se empoderan para ejercer nuevos roles de liderazgo, en los diferentes ámbitos de la sociedad, con el fin de generar transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales.

Por ello, el encuentro se trabajó en dos momentos, el primero fue un espacio de reconocimiento del rol y la labor de la mujer campesina, el fomento de la autoestima y el amor a su cuerpo como primer territorio, lo que se fundamenta como base para lograr la emancipación de la mujer; y un segundo momento, en el cual se orientó un trabajo colectivo en tres mesas: participación política “mi voz, mis apuestas y mis propuestas”; autonomía económica y violencia de género.



Participación política “Mi voz, mis apuestas y mis propuestas”

La violencia contra las mujeres, al igual que el conflicto armado en los territorios de nuestro país, ha dejado marcas de miedo, incertidumbre, dependencias, dolor, silencio y mucho sufrimiento.
Esto se ha visto reflejado en la baja participación de las mujeres en los espacio de decisión e incidencia pública y comunitaria. Ellas tienen pleno conocimiento del territorio, sus dinámicas y problemáticas sociales, dados los roles que desempeñan como mujeres en la escuela, espacios de trabajo y la familia, los cuales les ha permitido tener una mirada amplia de su comunidad y generar una diversidad de propuestas y soluciones que en algunas ocasiones se pierden en los silencios debido a su inseguridad para hablar, el miedo a no saber expresarse, a una represalia física o económica, la censura pública, la burla e incluso el rechazo.

En este sentido y como resultado de la mesa, las mujeres propusieron:

  1. Fortalecer los Equipos Femeninos De Acción Humanitaria y los lazos organizativos dentro de las comunidades para defender el territorio que habitan de forma conjunta, así como la búsqueda de garantías que les permita desarrollar una vida digna y un territorio en paz no solo libre de conflicto y violencia armada, si no también libre de todo tipo de violencia social y política.
  2. Exigir que se adelanten políticas públicas que brinden oportunidades de estudio, puestos de salud, rutas de evacuación rápidas y seguras, además de contar con alternativas laborales y económicas que no sean las impuestas por la sociedad para la población femenina y que permitan el fomento de la cultura campesina.
  3. Articular acciones para exigir el cumplimiento del Plan De Desarrollo Con Enfoque Territorial – PDET. Haciendo consciente este panorama han identificado la tarea de asumir la responsabilidad de representar a sus comunidades y compañeras en los diferentes espacios de participación y formación política y comunitaria.
Autonomía económica

La diferencia entre hombres y mujeres también se evidencia en la violencia económica. En su mayoría las mujeres deben realizar una triple jornada laboral, capaces de alcanzar más de 12 horas continuas de trabajo no remunerado, que van entre las labores del hogar, la crianza de los hijos, el trabajo de la tierra, el cuidado de los animales, las obligaciones maritales y algunas organizativas.

Así mismo, existen escasas ofertas laborales para las mujeres, que en promedio, ganan la mitad de los ingresos que los hombres por las mismas horas laboradas, e incluso se invisibiliza el aporte a la economía del hogar por medio de la violencia verbal y psicológica como una forma de crear una dependencia económica.

Al no ser reconocidas sus labores en los diferentes espacios y hasta en el hogar, conlleva a naturalizar situaciones en sus cotidianidades, replicando la violencia de la misma forma en que han sido intimidadas heredando a las nuevas generaciones el silencio, la obediencia y el servicio, a cambio de la promesa de la garantía del sustento en términos de techo, alimentación y objetos personales, para ellas, sus hijos e hijas; estas últimas con un mayor grado de vulnerabilidad de sufrir violencia sexual.

La experiencia que históricamente han tenido los hombres en asumir roles y/o responsabilidades en los espacios públicos de participación política, les ha dado gran delantera y ha puesto en ocasiones en desventaja a las mujeres que tienen por obligación asumir los roles de los espacios privados del hogar, cuidado de los hijos e hijas y el trabajo productivo, esto ha llevado al deterioro de la confianza de las mujeres en sí mismas, al retraso de las transformaciones de las problemáticas sociales y comunitarias, en tanto la poca integración de las mujeres en escenarios públicos y políticos ha disminuido la fuerza organizativa que demandan estos territorios para la defensa del mismo y de una vida digna. Cuestiones que con el paso de los años y por la lucha de las mujeres, se ha ido modificando para abrir paso a las iniciativas y propuestas de ellas en espacios públicos y políticos.

Lamentablemente la violencia ejercida sobre ellas e inculcada de generación en generación a través de la familia y la sociedad, ha impedido construir mujeres independientes, aunque cuenten con todas las facultades para hacerlo, las diferentes formas de violencia han interiorizado los miedos, las inseguridades, la indiferencia, la obediencia y dependencia. Desarrollar las condiciones estructurales que obstaculizan el empoderamiento de las mujeres.

Como propuesta al panorama anterior, las y los participantes a la mesa generan las siguientes propuestas para caminar en torno al fortalecimiento de la autonomía económica de las mujeres en el territorio:
  1. Promover procesos de capacitación para el diseño, ejecución y comercialización de proyectos productivos.
  2. Indagar por proyectos acordes a las capacidades y potencialidades de las comunidades y el territorio.
  3. Promover procesos de capacitación agropecuaria, en los territorios donde no se tenga tierra.
  4. Fortalecer las estrategias de información para llegar a más personas tales como: comité de información, carteleras informativas y volantes informativos en las rutas de transporte.
  5. Fortalecer en los diferentes espacios de participación la conciencia acerca de la importancia de los proyectos productivos en pro de fortalecer la autonomía económica como estrategia para aportar a la economía del hogar y a la soberanía alimentaria.
Durante este proceso las mujeres han asimilado que existen acciones en su contra determinadas por una diferencia en los roles pre establecidos socialmente entre hombres y mujeres, que no son cuestiones naturales, que cada día es necesario hacer consciente su realidad y su accionar, para reflexionar a manera individual y colectiva sobre nuevas formas de relacionarse que no permitan perpetuar ese legado y encontrar nuevas caminos para la educación de los hijos e hijas, reconstruyendo las formas de relacionamiento y el amor en pareja, con la comunidad y sobre todo con la otra, partiendo de los principios de sororidad, respeto, confianza, reflexión constante y apoyo entre ellas mismas, ya que comparten las mismas opresiones y deseos de libertad.

Estos espacios basados en la confianza, el autorreconocimiento como mujeres y el rol ejecutado en diferentes ámbitos de la cotidianidad, permitieron generar redes de compañerismo y empatía, con el fin de fortalecer los vínculos organizativos que den paso a la implementación de iniciativas para transformar el territorio, asumiendo la necesidad de comprender los contextos políticos y económicos no sólo en términos globales sino también asimilándolo desde lo personal, rompiendo así, con la rutina de la indiferencia y el silencio frente a las dinámicas socioeconómicas y culturales de la región.

Como conclusión, las mujeres campesinas del nordeste se han planteado la necesidad de organizarse para así disminuir los índices de todo tipo de violencia, comenzando por integrar en sus vidas el diálogo y el amor como principios básicos de respeto y ejemplo por y para las otras personas, sin distinción de edad o género; fortalecer cada día los lazos de confianza entre las mujeres y las personas más vulnerables que pueden estar siendo víctimas de cualquier tipo de violencia, generando redes de apoyo y comunicación que ayuden a confrontar los miedos, inseguridades, conformando rutas de acompañamiento, buscando soluciones colectivas integradas al trabajo comunitario para mejorar las condiciones socioeconómicas de las comunidades, concibiendo transformaciones positivas en torno al relacionamiento entre niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres y disminuir los índices de violencia física, sexual, psicológica económica y política.

“Somos mujeres campesinas, hermosas, valientes y luchadoras tejedoras de confianzas, amor y respeto, que buscamos el reconocimiento de nuestra labor y la deconstrucción de nuestros roles, la defensa de nuestros cuerpos como primer territorio que habitamos, que debemos amar y cuidar”

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