Cahucopana,
primera organización campesina con medidas colectivas y diferenciadas
Después de un proceso que
duro alrededor de siete años para poder incorporar en la política pública las
medidas colectivas y diferenciadas, y posteriormente aplicar en su
procedimiento, el pasado 18 de julio fueron aprobadas 18 medidas de protección
después de hacer un análisis de amenazas, riegos y vulnerabilidades, lo que
indica que los niveles de violencia en la región persisten y, a pesar de los
compromisos institucionales y la responsabilidad del Estado de implementar lo
acordado en la Habana para nuestro territorio, la vulnerabilidad de las
comunidades por los problemas estructurales del conflicto, continúan.
El Comité de Evaluación de
Riesgo y Recomendación de Medidas (CERREM) que se adelantó en la ciudad de
Medellín, contó con la participación de delegados de la Corporación Cahucopana
y representantes de ocho instituciones del Estado, en quienes recaía la
responsabilidad de aprobar, reformar o rechazar las medidas, cuyo objetivo es
brindar las garantías mínimas para seguir adelantando nuestra labor como
defensores de derechos humanos en el nordeste antioqueño.
Las comunidades minero
campesinas fueron y siguen siendo víctimas del conflicto social y armado,
motivo por el cual en la época más álgida de la confrontación, se vieron en la
necesidad de conformar una organización que defendiera y promoviera los
derechos humanos garantizando la permanencia en el territorio. Con el
conocimiento sobre su zona, las formas de actuar de los grupos armados y los
conocimientos que se adquirieron de derechos humanos y DIH, Cahucopana generó
espacios humanitarios y mecanismos que salvaguardó vidas.
Fue así como los miembros de
la Corporación, empezaron a ser blanco de ejecuciones extrajudiciales,
persecuciones, desplazamientos y estigmatizaciones. Causas que obligaron a las
comunidades a crear mecanismos alternativos de protección y autoprotección, no
solo para quienes integran Cahucopana, sino para la comunidad en general, que
en el marco de la guerra, era estigmatizada. Entre ellos se encuentran: acciones
humanitarias, campamentos de refugio humanitario, comisiones de verificación,
creación del colectivo de comunicaciones Abriendo Trocha y actualmente las
casas de refugio humanitario de paso. Todas ellas con el objetivo de
salvaguardar la vida e integridad de las comunidades y garantizar la
permanencia en el territorio.
La aprobación de medidas es
un logro para nuestra organización que cumple 15 años en su labor, sin embargo
siempre hemos hecho referencia a lo colectivo y diferencial, partiendo de la
importancia de que sean brindadas las garantías de protección a toda la
población que se encuentra en una zona con alto nivel de riesgo, no solamente
para los integrantes de una organización y que respondieran a las realidades y
experiencias de protección para que sean efectivas ante los riesgos. Es por
ello que se requeriría que sean cubiertas las necesidades de protección de
manera combinada o amplia.
Por otro lado, teniendo en
cuenta que fueron motivos estructurales y políticos los que llevaron a que el
nivel de riesgo y vulnerabilidad de Cahucopana se elevara, razón por la cual se
brindan las medidas, estas no pueden ser contempladas solo desde el ámbito
material, es menester del Estado empezar a pensarse en medidas políticas, desde
la prevención hasta el desmantelamiento de los grupos paramilitares y bandas
criminales, además de erradicar la doctrina del enemigo interno dentro del
Ejército Nacional y fomentar y aplicar el respeto a los derechos humanos y el
acatamiento al Derecho Internacional Humanitario, más allá de cursos dictados a
algunos de los miembros de las instituciones. Esto debe ir complementado con
las acciones de desarrollo regional rural propuesto en el punto 1 del acuerdo
de paz, con garantías a la participación del punto 2 y por la obtención de
verdad, justicia y reparación, cuestión que lograra las garantías de no
repetición.
Este es solo un eslabón en
todo el camino de reivindicaciones de los derechos de las comunidades y un
acumulado de sacrificios, tristezas y esperanzas de líderes y lideresas, que
durante años han aprendido en medio de las vicisitudes a no rendirse, y a
continuar buscando paz y vida digna en sus territorios.