lunes, 21 de noviembre de 2016

Finalizó el primer campeonato de fútbol femenino por la paz

Finalizó el primer campeonato de fútbol femenino por la paz.
Las mujeres de la parte alta del Nordeste Antioqueño como un aporte a la construcción de la paz territorial, participaron en el tornero rotativo de fútbol que ayer dio como ganadoras a las jugadoras de la vereda Mina Nueva, ejercicio que también generó lazos de amistad y unión entre las veredas.













Conmemoramos 28 años de la masacre de Segovia

Con anhelos de paz conmemoramos 28 años de ocurrida la Masacre de Segovia

Segovia, 10 de noviembre de 2016. Segovia, un municipio emprendedor y de habitantes trabajadores, alegres y solidarios, ha vivido en carne propia el flagelo de la guerra; han sido muchas las víctimas que han quedado en medio del conflicto social y armado; por eso, ha llegado el momento de abrirle el camino a la paz y a la reconciliación.

Mañana se conmemoran 28 años de ocurrida la Masacre de Segovia, uno de los sucesos más trágicos que enlutó al municipio. Por esto y ante la expectativa que genera el posible fin del conflicto armado entre el Gobierno y las FARC-EP, evocamos y reivindicamos la memoria y el legado de las víctimas para que hechos como este nunca más ocurran en Colombia.

En el parque principal del municipio se realizará un homenaje simbólico en el parque principal del municipio desde las 12:00 del mediodía, con el que se recordará a las víctimas, y a las 6:00 p.m. se hará una vigilia para encender la luz de la vida, la esperanza y la paz.  

Recordamos para que no se repita

El 11 de noviembre de 1988 el nordeste antioqueño se convirtió en un lugar emblemático de dolor cuando un grupo paramilitar incursionó en la zona y asesinó a 43 personas e hirió a un centenar.

Cuando faltaban 20 minutos para las 7:00 de la noche un grupo paramilitar, que se autodenominó días antes como “Muerte a Revolucionarios del Nordeste Antioqueño” al mando de los paramilitares Castaño Gil, entraron a la región, sin encontrar impedimento por parte del Ejército Nacional, que se acantonó en la base del Batallón Bombona, ni de la policía, que se quedó guardada en el comando ubicado en la plazoleta central del municipio de Segovia.

Por estos hechos, el excongresista liberal Cesar Pérez fue condenado a 30 años de prisión por los delitos de homicidio agravado, lesiones personales agravadas y concierto para delinquir. Sin embargo, es importante no olvidar la responsabilidad del Estado, ya que se ha comprobado judicialmente la responsabilidad del paramilitarismo en complicidad y consentimiento de la Policía y el Ejército Nacional.

Los recordaremos hoy y siempre. La llama de la esperanza augura nuevos amaneceres llenos de paz y fraternidad.

Comunidades esperan que la paz pueda ser realidad

Comunidades campesinas del nordeste antioqueño esperan que la paz pueda ser realidad en sus territorios



Después de varias jornadas de pedagogía para la paz, de esfuerzos mancomunados con las comunidades campesinas y mineras de las veredas de Remedios, Segovia, San Roque y Santo Domingo, municipios de Antioquia, vimos al caer la tarde del domingo rostros de mujeres, hombres y niños que por momentos perdían la esperanza de vivir en territorios en paz.   El camino recorrido por las comunidades víctimas de conflicto armado, de aquellas que aprendieron a sobrevivir en medio de la guerra y el terror,  ha sido prolongado. Durante muchos años aprendieron que solo organizándose, denunciando y visibilizando lo que ocurre en estas zonas apartadas, puede garantizar seguir habitando sus tierras, permanecer en el territorio y construir un proyecto de vida junto con las nuevas generaciones.

Sin embargo, hay una característica generalizada en estos territorios, la pobreza y la desigualdad son constantes y los derechos son vulnerados, partiendo del hecho de que sus veredas no sean tenidas en cuenta para la inversión social; así mismo, las dinámicas económicas de la pequeña minería y la minería artesanal han sido criminalizadas; la legislación actual se fortaleció criminalizando los proyectos colectivos y legitimando la intervención violenta a las minas, que no han podido ser formalizadas por el Estado a pesar de tener practicas sociales y ambientales que exige la ley, lo cual deja sin garantías a los mineros.   Pero además de esto, el derecho a la participación política de estas comunidades ha sido casi nula por dos razones. Por un lado, por la característica de su población, que al haber sido desplazada hace años o en décadas anteriores no son oriundos del municipio que habitan, por lo que el Estado, el año pasado decidió anular cientos de cédulas de personas que, al no haber participado nunca en elecciones y no ser de este municipio, era extraño que inscribiera su cédula en un puesto de votación ajeno al de siempre. Se presumía trashumancia, nunca el Estado respondió al llamado de revisar los libros de las Juntas de Acción Comunal donde están inscritos desde hace más de 5 o 6 años.

Por el otro, porque la violencia ha sido un factor que ha cohesionado a los líderes que se han postulado para la representación, como por ejemplo ocurre con las amenazas y hostigamientos a candidatos que las mismas comunidades habían elegido desde un ejercicio democrático desde la base.  

Después de todas las enseñanzas que nos dejó el año pasado las elecciones y los retos que tenemos para una apertura democrática en el país, el domingo decenas de campesinas y campesinos dejaron sus fincas para desplazarse por más de tres horas hasta el casco urbano más cercano con el fin de ejercer su derecho al voto, todos conscientes de la necesidad de parar el conflicto con uno de los actores que hace fuerte presencia en la zona y que históricamente ha sido autoridad en sus territorios. Se dará un paso a nuevos escenarios de concertación con otros actores armados, se irá arando el camino de la paz estable y duradera, afirmaban.   Al regresar de nuevo a sus veredas y ver la decisión que tomaron 6.431.376 colombianos, muchos de los cuales no saben qué es perder a un ser querido o escuchar caer una bomba, resuelven no decaer en la tristeza y apelar a la sensatez. Saben que las reivindicaciones propias del campesinado siguen siendo una lucha constante, que le seguirán apostando a la paz y que a pesar de la desolación con la que amaneció la otra mitad de la población que voto por el sí, continuarán en la construcción de escenarios de participación y reconciliación que solo valoran aquellos que han sufrido los estragos de la guerra.
Cahucopana y las comunidades agrarias y mineras del nordeste antioqueño ratifican el apoyo total a los diálogos de paz. Creemos que el camino recorrido hasta el momento aún no se ha perdido. Hacemos el llamado al Gobierno Nacional y a las FARC- EP a que continúen en el propósito de la paz estable y duradera.


5 de octubre de 2016